Mensaje a los jóvenes
Entrar en la "órbita" de Dios
“Mi deseo es que desde este lugar parta un mensaje al mundo y que llegue especialmente a los jóvenes, abriendo ante sus ojos la perspectiva de la vocación contemplativa como don de Dios”.
Con el fin de hacernos ‘ondas’ que transmitan a todos los vientos este mensaje de audacia y de esperanza, ofrecemos y dedicamos estas páginas de un modo especial a los jóvenes.
Sí, lo dedicamos a esa juventud inquieta, que busca un ideal de vida. Que indaga el modo y el camino para entrar ‘en la órbita’ de Dios.
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Es que el ‘entrar en órbita’ de Dios reclama esfuerzo, generosidad, entusiasmo. Que por eso suele Él llamar de jóvenes a la vida contemplativa. Como lo señalaba con gozo el primer legislador de la Cartuja: “Casi todos nosotros hemos abrazado de jóvenes el compromiso cartujano”. Y, al señalar él mismo la edad para la admisión en la ‘milicia cartujana’, emplea la frase con que Dios ordenó a Moisés preparar en el desierto a los hombres de armas: “No recibimos —dice Dom Guigo— niños ni adolescentes, sino hombres de los veinte años para arriba que, según el precepto del Señor, sean capaces de tomar parte en los sagrados combates”.
Créeme, hermano, el ideal contemplativo monástico —vivir para Dios— precisa de una ‘movilización’ interior, de un lanzarse y dejarse lanzar, de un romper diques y atravesar fronteras, de una total disponibilidad para Dios. Y eso es posible con un corazón generoso, capaz de lanzarse a buscar la vida íntima de Dios. Pobre del joven que no sueña con algo noble y grande. Y ¿hay algo más grande y noble que desear poseer a Dios y ser por Él poseído?
“El espíritu de la Cartuja —dijo también San Juan Pablo II en Calabria— es para hombres fuertes: ya San Bruno advertía que el compromiso contemplativo estaba reservado a pocos (‘los hijos de la contemplación son menos numerosos que los de la acción’). Pero estos pocos están llamados a formar una especie de ‘centinela avanzada’ de la Iglesia”.